"Mucho tiempo atrás, el patriarca Jacob había acampado
durante la noche. Alguien entró en su tienda y luchó con él
hasta el nacimiento del sol. Jacob aceptó el combate
aún sabiendo que su adversario era el Señor.
Al amanecer, aún no había sido vencido; y sólo detuvo el combate
cuando Dios aceptó bendecirlo. (Gn 32, 25-31)
Esta historia había sido transmitida
de generación en generación
para que nadie jamás olvidara que a veces
era necesario luchar contra Dios"
"La Quinta Montaña"

Me quedé profundamente dormida en medio de la tarde terminando de leer un libro. En Buenos Aires el calor apretaba. Poco hablo de lo que leo, pensé cuando me desperté. Es extraño porque soy una gran lectora, no me duermo sin leer unas páginas de algunos de mis libros, no importa la hora que sea, ni de dónde haya venido.
Hablo en plural porque tengo la espantosa costumbre de leer de a tres libros a un mismo tiempo. Así cada noche tomo el que mejor me viene o el que me tiene mas cautivada. Por lo general vago en tres áreas: uno de literatura, otro de espiritualidad y un tercero que tiene que ver con algo práctico en la vida (estilo: "Deje de engordar para siempre", "escriba el personaje de su vida", "audicione de manera inolvidable", etc.)
Esta tarde necesitaba terminar "La Quinta Montaña" de Paulo Coelho. Confieso que en un primer momento le desconfié, como si fuera un reciclado de temas anteriores. Me sorprendió su alusión directa a la Biblia, y el tener como protagonista al profeta Elías.
Hoy cuando lo cerré en la virtual palabra "Fin" (y antes de caer en el profundo sueño que por más de dos horas me atrapó sorpresivamente) entendí que lo La Quinta Montaña esconde era precisamente muchas de las cosas que estoy necesitando aprender en este momento. La sabiduría de Dios para conmigo y su manera de acercarme a todo lo que necesito no deja de sorprenderme jamás. Elijo de entre todo aquello que ayuda a esta reconstrucción ineludible, este cambio de piel, esta presencia impostergable en Akbar para dejarla más bella que antes, este cambio medular que me conduce inevitable hacia Abril...
"Todo ser humano, en algún momento, veía una tragedia cruzar por su vida; podía ser la destrucción de una ciudad, la muerte de un hijo, una acusación sin pruebas, una enfermedad que los dejaba inválidos para siempre. En ese momento, Dios lo desafiaba a enfrentarlo y a responder a Su pregunta : “¿ Por qué te aferras tanto a una existencia tan corta y tan llena de sufrimiento? ¿ Cuál es el sentido de tu lucha? ”
Entonces, el hombre que no sabía responder a esta pregunta se conformaba. Mientras que el otro, que buscaba un sentido para la existencia, consideraba que Dios había sido injusto, y decidía desafiar su propio destino. Era en ese momento que otro fuego de los cielos descendía: no aquel que mata, sino el que destruye las antiguas murallas y da a cada ser humano sus verdaderas posibilidades. Los cobardes nunca dejan que su corazón sea incendiado por ese fuego; todo lo que desean es que la nueva situación vuelva rápidamente a ser lo que era antes, para poder continuar viviendo y pensando de la manera a la que estaban habituados. Los valientes, en cambio, prenden fuego a lo que era viejo y, aunque a costa de un gran sufrimiento interior, abandonan todo y siguen adelante.
“Los valientes siempre son obstinados”.
Desde el cielo, el Señor sonríe de contento, porque era esto lo que Él quería, que cada uno tuviese en sus manos la responsabilidad de su propia vida. Al fin y al cabo, había dado a sus hijos el mayor de todos los dones: la capacidad de escoger y decidir sus actos.
Sólo los hombres y mujeres con la sagrada llama en el corazón tenían el valor de enfrentarlo. Y sólo éstos conocían el camino de vuelta hasta Su amor, pues entendían finalmente que la tragedia no era un castigo, sino un desafío.
Elías se levantó y rezó:
“ Luché contra Ti, Señor, y no me avergüenzo. Y por eso descubrí que estoy en mi camino porque así lo deseo, y no porque me fuera impuesto por mis padres, por las tradiciones de mi tierra o por Ti mismo”.
Paulo Coelho: “La Quinta Montaña”
(¿Viste Tom? Dice que los valientes siempre son obstinados. Por eso mami no conoce la palabra resignación...)
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