Engaños ¿amorosos?

Mi amiga entró en mi casa en estado de shock. El hombre con el que salía desde hacía mucho tiempo, quien dijo no poder acompañarla en sus vacaciones por exceso de obligaciones, había sido pescado “in fraganti delito”.

- ¡Estoy desconcertada! –repetía una y otra vez- Este último tiempo estaba muy cariñoso, me mandaba mensajitos diciendo cuánto me extrañaba, el domingo que no estuve me llamó para decirme que desayunaba “un café con mi ausencia” y que me esperaba con la botella de champagne en la heladera...

- ¡Un clásico! – apuntó Mia, mi amiga cibernética, instaladísima en la cocina frente a una taza de café- ¡No digas mas! Compraste con moñito y todo. ¿Y después?

- Y después cuando ya estaba volviéndome me llamó por teléfono para avisarme que estaba en Mendoza, por negocios, que le habían robado un camión, y bla, bla, bla. Que me adoraba, me quería y todo eso, que me avisaba ni bien llegara a Buenos Aires... Pero resulta que no tuve noticias por dos días, yo mandaba mensajes preguntando por el robo del camión, contándole que había llegado bien, bla, bla... y se lo había tragado la tier...

- La otra... –interrumpió de nuevo Mia

- Por favor, no seas cruel... – pedí yo- Terminá el cuento, ¿Qué pasó? ¿Lo de siempre?

- Pasó... que en la mañana del sábado llamé a la casa, pensando que habría perdido el celular, se quedó sin batería, no se... El tipo atendió. Cuando escuchó mi voz se hizo el que no oía bien repitiendo “hola, hola”... Y por detrás de él una voz de mujer le preguntaba. Obvio que en cuanto pudo cortó.

- ¡La tecnología va a terminar con todas nuestras relaciones amorosas! ¡No hay caso! –Mia estaba al borde de lo insoportable y justo un rato antes me explicaba que las mayorías de las infidelidades se descubren gracias a los correos electrónicos y los celulares.

-Y resulta que “el sordo” no era tal, porque me mandó un mensajito enseguida diciéndome “tiré del cable y lo arranqué. Me voy ya a comprar otro...”

Las carcajadas de Mia le hicieron volcar el café. La miré tentada fingiendo enojo mientras me llevaba a mi desconsolada amiga al dormitorio. Como primera medida le hice golpear un rato el colchón de mi cama hasta que quedó un cráter. Al rato lloraba a grito pelado. Mia nos miraba aterrada mientras yo le hacía señas que no hablara. La ceremonia “de limpieza emocional” duró unos 15 minutos al cabo de los cuales mi amiga quedó agotada y liberada.

- ¿Están seguras que esto funciona? Te juro que no me quise reir –le explicaba una culposa Mia –Es que los hombres a veces son tan infantiles... Me imagino que a las dos horas lo tenías en tu casa intentando alguna explicación...

Los llantos de mi amiga se reanudaron. Era obvio que el tipo no había asomado ni telefónicamente. La dejamos descargarse mientras la empujábamos suavemente hacia la cocina.

- ¡Listo! –interrumpí al tiempo que extendía mi té relajante con miel – Ahora que soltaste un poco la bronca tengo que ser honesta y decirte que es lo mejor que te pudo haber pasado. Este hombre actúa en circulos, siempre lo mismo. Es un poco crudo pero también bastante realista. Te libraste de un tramposo y con suerte del apego a una relación disfuncional.

-Dis... ¿qué?

-Que no funciona –agregó Mia que ya estaba con las manos entretenidas con un paquete de galletitas – La tipica relación donde todo son palabras y nada de hechos, donde siempre estás esperando que suceda lo que no pasa, donde la persona no se involucra realmente, tu ausencia o presencia no modifica su vida ni un ápice, en fin... una vez cada tanto si me viene bien y cada vez menos si aparece otra...

- Parecés un amigo catalán hablando de su ex – dije mientras me reía recordando a Almodóvar –Antonieta te preguntaría: ¿A vos esa relación así te cerraba?

- No se... –dijo mi amiga confundida- A mi no me gusta que me mientan. Ni en esa relación ni en ninguna otra...

- Pero si te gusta que te quieran a medias... –demasiado realista Mia cada vez que intervenía

-Mia, tené consideración....- le pedí.

- Lo que es es lo que es –y arrojó el paquete vacío en la pileta– Aunque duela. ¿Está acá? ¿Te llamó? ¿Fue corriendo a tu casa a pedirte perdón? ¿Intentó explicarte algo que te convenciera?- Silencio en la sala

-Muy bien – terminó Mia- No mas preguntas. Cuando no te quieren no te quieren. No hay mas vueltas. No importa. Te voy a decir lo que vamos a hacer.

Las dos la miramos sorprendidas mientras Mia se sentaba frente a su Mac blanquita y tipeaba en voz alta: break... up... ahora vamos a ponerle un toque a todo esto.

Lo que siguió después no lo podrías creer. Pero esto te lo cuento mañana, en el próximo post. Tal vez lo que Mia hizo te sirva también a vos.