Aún tiembla Santiago de Chile

Lo último que desconectó fue su Notebook, la camarita fundió a negro dejándonos a todos inmersos en un inmenso silencio. Pudimos comunicarnos finalmente con Sol gracias al Skype y ella nos fue narrando desde el living de su departamento en Santiago de Chile todo lo vivido hasta el momento. La camarita nos devolvía su imagen y parte de la casa.

Hasta que en mitad del relato su cara se transformó, ladeó la cabeza hacia el costado derecho, escuchando atentamente los sonidos externos. Eran aproximadamente las cuatro de la tarde, hora Argentina. Claramente vimos los cuadros moverse por detrás de ella, quien en un movimiento instintivo saltó hacia la puerta para abrirla, un consejo que todos siguen para evitar quedar encerrados si la misma queda trabada.

Escuchamos lejanos gritos ahogados -de miedo- y luego de unos minutos Solcito nos advirtió que buscaría refugio en algún otro lado. Desde nuestra PC la vimos armar el bolso a toda carrera. Silencio aquí y allá, porque los sonidos son parte de una información necesaria en la emergencia. Testean lo que sucede en la calle, los pasillos, otras casas...
Terror es la palabra que mejor define el despertar sorpresivo en mitad de la noche con objetos que caen encima del cuerpo, gritos por todas partes, ruidos de vidrios y vajilla que estalla, oscuridad total, confusión, la cama que se sobreeleva del piso, se mueve y tiembla, los cuadros que caen... Correr a la puerta de calle golpeándose contra las paredes, caerse al piso varias veces antes de llegar, abrirla torpemente, acurrucarse bajo el dintel a la espera... sonido de agua cayendo, no saber... si se cae el edificio, la ciudad o el mundo.

Estirar la mano para buscar algo de ropa, calzado, los celulares... maldecirse por tener tan poca batería, por no haber recargado el teléfono, pensar rápidamente cómo ubicarse de tal manera que en caso hipotético de derrumbe a uno le quede espacio para que le entre oxigeno entre los escombros, acordarse tarde de tener agua a mano...

Salir al pasillo cuando ha pasado el temblor, encontrarse con vecinas tan confundidas como el resto de la ciudad, atinar a irse juntas a la casa de la mamá de una de ellas que no tiene los mismos riesgos que un edificio de departamentos. Y que aún contaba con electricidad, con lo que mas tarde pudieron ver las primeras imágenes del desastre.

Terror en la calle repleta de sombras que corren de lado a lado. Pavimento levantado, puentes rotos, oscuridad, gritos, llantos, ruidos de alarmas sonando descontroladas, cables caídos, polvo, ligeros temblores que se repiten en collar cada unos diez minutos, mareos y ganas de vomitar... no saber si uno podrá salir de allí, tratar de ubicarse físicamente...

Sol pasó toda la noche en vela, dormitando de a ratos con sueños terroríficos que la despertaban de terremotos multiplicados hasta el hartazgo. En la mañana volvieron a sus casas a comprobar los daños y decidir qué hacer en este sábado donde todo aún tiembla.
Todo esto nos contaba desordenadamente en el momento en que el terror apuró el bolso, se despidió de todos con el rostro demudado. Nos quedamos inmóviles, la pantalla oscura, mirándonos preocupados repitiendo en mantra que todo iba a estar bien.

-Anoche, por primera vez, supe realmente lo que es el miedo -nos había dicho Sol- Y pensé seriamente que no podría contarlo.

Ojalá seamos muchos los que puedan contarlo y escucharlo de sus seres queridos. En un momento donde todavía la cantidad de victimas es incierto, tanto como lo que sucederá en las próximas horas, desde aquí rezamos por todos los que están viviendo esta situación.

Por los fallecidos, sus familias, por quienes están con sus casas totalmente destruídas y lo han perdido todo, por los perdidos en las calles, los incomunicados, para que todo vuelva a la normalidad lo antes posible, con la menor cantidad de victimas fatales y destrozos materiales.