Al Gym

Escribo todo en papelitos que luego no encuentro. Detengo el auto -dotado de un variado lapicero- y cualquier pedacito en blanco es excusa. Luego se necesita el tiempo de pasar la idea a la PC, o al otro papel, el que soporta textos mas largos y complejos. Y eso no es nada fácil cuando una de tus mejores amigas te avisa -hace poco más de un mes y alguito- que te ha anotado en el gimnasio.

Estoy agotada. Caigo en la cama totalmente derrotada. No tenía noción de cuán fuera de estado se encontraban todos... mis centros vitales. Y para no dejar de ser yo misma debo agregar... no tenía la conciencia de que no volvía al gimnasio -a ese gimnasio- desde que me separé del papá de mis hijos.

Físico y emocional, lo cierto es que recuperé -gracias negra una vez más- un ámbito esencial de descarga que además ha venido a poner las cosas en su lugar. O al menos eso espero con tanto esfuerzo. Y un sitio privilegiado de historias que se tejen, desarrollan, mueren o simplemente deambulan según el horario.

Por eso me ven publicar con tanta demora. Ya lograré el equilibrio... O no. Veremos.