Bello Abril

Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar... Abril, otra vez, para que no tengamos soledad. Y las violetas que coronan tu tristeza y las guirnaldas de tu inmensa soledad sos tan hermosa que jamás vas a dejar de brillar así aquí o allá... Sos parecida a los planetas que se mueven por ahí que no podés parar ya nunca de girar... Para que no tengamos soledad... para que no tengamos nunca más soledad... Fito Paez.

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Nombre: Abril Lech
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

domingo, abril 30, 2006

Sacralidad Perdida

El Amor tiene un poder transformador tan inmenso que es capaz de sacralizar tiempos, espacios, lugares, situaciones, fechas, personas, objetos. Convierte muchos de nuestros pequeños gestos en extraordinarios y a nosotros mismos nos impulsa a dar lo mejor que tenemos a ese Otro que entra en nuestro mundo corriente. Vuelve sacramental objetos ordinarios por el sólo hecho de ser signos visibles de la existencia del ser amado.
Quién sabe, tal vez por eso, cuando el amor se marcha el dolor que lo reemplaza puede llegar a ser tan inmenso, la resignación tan lenta y la rehabilitación tan costosa.
Es que aquello que, sagrado, ocupaba entre los dos un espacio bendito acompaña ahora cruel cada nuevo minuto que transcurre, alargando las noches, aturdiendo en el trascurso del día señalado, inventando excusas evasivas, para de todas maneras seguir estando allí, en ausencia, subrayando el inmenso vacío que ha quedado en su lugar.
Los lugares y los tiempos venerados se convierten en prohibitivos y no hay conjuro alguno que pueda cambiar eso.
Ciudades, bares, cafés, calles, librerías, galerías, plazas, escaleras, cualquier sitio testigo, cobijo o simple espectador ocasional puede ser Tabernáculo. Porque allí ocurrió “aquel” primer beso, porque mientras bajábamos esas escaleras “él” nos miró de aquella manera especial, porque en esa cuadra y casi como probando se atrevió a abrazarnos por detrás, tantos sitios que ocultan una antigua felicidad de la que posiblemente sólo queden esos recuerdos...
El tiempo sigue un camino similar, transforma días en fechas preferidas dentro de nuestro calendario emocional, instalándose en él por años, perdurando inclusive mucho más que el amor mismo. Convertidas en dagas clandestinas, se incrustarán disfrazadas cada nuevo ciclo sin consentimiento ni preaviso, en posesión de una vida propia que les concede el derecho a perturbar, agitar, entristecer. Eternizados números que evocan aniversarios, nacimiento de hijos, cumpleaños...
No importa cuán sensibles hayamos sido dentro de la pareja a esas fechas, cobran relieve superlativo cuando no hay nada que festejar. Este 30 de Abril en que no festejaré mi aniversario de casada, me preguntaba a lo largo del día mientras rescataba momentos o situaciones de la vida que fuimos tejiendo juntos durante casi dieciocho años, cuándo esa fecha había perdido su sacralidad. Para mi sorpresa y luego de un activo silencio mi corazón me remitió al primer aniversario en que no estuvimos juntos.
Estábamos invitados, pasajes y estadía incluidos, al igual que Gaby, mi amiga desde la infancia, su marido y todo el personal de la empresa donde CR trabajaba, a concurrir a Sicilia donde la empresa madre celebraría un Congreso para sus filiales de Europa y América Latina. Unos días antes de partir mi marido “me bajó del avión” sin previa consulta ni mi consentimiento, con una excusa falaz, y partió con el alegre grupo rumbo a la aventura. Yo pasé aquel 30 de abril en mi casa, con mi amiga Andrea Rodríguez haciéndome compañía, sin entender del todo qué razón podía existir para no llevarme en un viaje donde hotel y pasaje, estaban pagos para ambos.
Aún hoy no encuentro una razón válida que no sea la que cualquiera fácilmente puede deducir. Y si bien es cierto que yo utilicé como pretexto el perdón y olvido de esta “omisión” inexcusable para viajar a Antigua Guatemala, la verdad es que no sólo lo tengo guardado bien profundo en mi corazón, sino que este domingo he comprendido el peso de aquella liviana decisión. La fecha no era lo suficientemente sagrada ya y por tanto la profanación unilateral fue casi un hecho natural.
Imagino que los actos que nacen desde el ser interno son mucho mas poderosos en su manifestación que cualquier cosa que nos venga de afuera. Entonces la sacralidad de este 30 de abril no fue demolida, desbaratada ni destruída por la sentencia confirmatoria del divorcio vincular entre ambos del pasado 16 de Marzo, sino por la profanación espiritual de aquello que entre quienes se regalaban la inmensa dicha de compartir juntos la vida, formaba parte del mundo especial que nadie puede penetrar.

Al menos mientras el sentimiento persistía.

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2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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Anonymous Anónimo said...

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