El elogio
El artículo que tenía guardado para hacer el post comenzaba con la siguiente frase: "Todos reconocemos el valor del elogio".
Mientras verificaba la fuente me quedé pensando... ¿Todos reconocemos el valor del elogio? No, no lo creo. Hay quienes son sus peores críticos, extienden su juicio negativo hacia los seres cercanos y, desde luego, no la escatiman para el resto de quienes los rodean.
Mordaces, irónicos, sarcásticos, satíricos, crueles, censores, sutiles, directos, ingeniosos, complejos, inespecíficos, certeros, rebuscados o creativos. Los hay en todos los estilos.
Personas con baja autoestima, tal vez muy criticados de niños; o demasiado exigentes consigo mismos. Hombres que no elogian a sus mujeres y viceversa. Padres que se enfocan constantemente en lo que sus hijos hacen mal (lo comentan repetitivamente) y no de sus logros, aptitudes y hasta su especial forma de ser; jefes elogiando a sus empleados o viceversa, compañeros a sus pares, compradores a sus vendedores, la lista es infinita.
Todos los seres necesitamos sentirnos valoradas. No necesariamente por nuestros logros, sino tan sólo por ser quienes somos, sin tener que esforzarnos por este reconocimiento. Éste elogio, el de ser quienes somos, el de quien hace foco sobre nuestras fortalezas amtes que en nuestros defectos, es el que fortalece las relaciones por excelencia. Y reafirma la estima.
El artículo referido continuaba explicando lo importante que era que maestros, educadores, padres y quienes de alguna manera constituyeran influencia para otros, lo usaran como herramienta para motivar a quienes tuvieran a su cargo, como una manera de estimularlos a más.
Pero no cualquier elogio cumple esta función. Gloria Park profesora de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, advierte de que un elogio mal formulado puede llegar a ser contraproducente para quien lo recibe.
Los elogios deben cumplir ciertas condiciones para ser realmente motivadores, deben estar centrados en el esfuerzo y no en la habilidad, ser sinceros y específicos. Porque, de lo contrario, pierden credibilidad y transmiten la idea de que "me adulan para sacar algo de mí".
Es una excelente prueba para hacer en la semana. Elogiar sinceramente a alguien por algo. Y Hacer la diferencia.
Mientras verificaba la fuente me quedé pensando... ¿Todos reconocemos el valor del elogio? No, no lo creo. Hay quienes son sus peores críticos, extienden su juicio negativo hacia los seres cercanos y, desde luego, no la escatiman para el resto de quienes los rodean.
Mordaces, irónicos, sarcásticos, satíricos, crueles, censores, sutiles, directos, ingeniosos, complejos, inespecíficos, certeros, rebuscados o creativos. Los hay en todos los estilos.
Personas con baja autoestima, tal vez muy criticados de niños; o demasiado exigentes consigo mismos. Hombres que no elogian a sus mujeres y viceversa. Padres que se enfocan constantemente en lo que sus hijos hacen mal (lo comentan repetitivamente) y no de sus logros, aptitudes y hasta su especial forma de ser; jefes elogiando a sus empleados o viceversa, compañeros a sus pares, compradores a sus vendedores, la lista es infinita.
Todos los seres necesitamos sentirnos valoradas. No necesariamente por nuestros logros, sino tan sólo por ser quienes somos, sin tener que esforzarnos por este reconocimiento. Éste elogio, el de ser quienes somos, el de quien hace foco sobre nuestras fortalezas amtes que en nuestros defectos, es el que fortalece las relaciones por excelencia. Y reafirma la estima.
El artículo referido continuaba explicando lo importante que era que maestros, educadores, padres y quienes de alguna manera constituyeran influencia para otros, lo usaran como herramienta para motivar a quienes tuvieran a su cargo, como una manera de estimularlos a más.
Pero no cualquier elogio cumple esta función. Gloria Park profesora de la Universidad de Pennsylvania, en Estados Unidos, advierte de que un elogio mal formulado puede llegar a ser contraproducente para quien lo recibe.
Los elogios deben cumplir ciertas condiciones para ser realmente motivadores, deben estar centrados en el esfuerzo y no en la habilidad, ser sinceros y específicos. Porque, de lo contrario, pierden credibilidad y transmiten la idea de que "me adulan para sacar algo de mí".
Es una excelente prueba para hacer en la semana. Elogiar sinceramente a alguien por algo. Y Hacer la diferencia.
Etiquetas: amor, costumbres, desamor, relaciones, sociedad
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