Bello Abril

Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar... Abril, otra vez, para que no tengamos soledad. Y las violetas que coronan tu tristeza y las guirnaldas de tu inmensa soledad sos tan hermosa que jamás vas a dejar de brillar así aquí o allá... Sos parecida a los planetas que se mueven por ahí que no podés parar ya nunca de girar... Para que no tengamos soledad... para que no tengamos nunca más soledad... Fito Paez.

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Nombre: Abril Lech
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

miércoles, diciembre 21, 2005

Ricardo Arjona

La película argentina "un lugar en el mundo" (Aristarain) en las últimas escenas deja flotando aquella idea de que todos tenemos "ese" lugar que sentimos como propio, donde el gozo es tan inmenso que lo demás es accesorio. Geográficamente yo tuve el regalo de encontrarlo.
Se llama "Antigua" y está en la pequeña Guatemala.


Para otro post quedan sus calles y su gente...
Aprovecho para recordar una vieja "deuda-promesa-regalodehonor" que me hicieran para un cumpleaños muy importante: dos pasajes a Antigua para que utilizáramos María Laura y yo, cuando ella se pusiera bien porque estaba algo enfermita...

Volviendo a la 3ra. Calle Oriente, a la altura del número 28, allí en la Ciudad del Hermano Pedro, en el Convento de Santo Domingo, misteriosa reliquia donde tuve el inmenso regalo divino de alojarme apenas unos días antes de la llegada del Papa Juan Pablo II.... Allí, en ese sitio mágico poblado por espíritus antiguos, Ricardo Arjona, uno de mis juglares preferidos, presentó su último disco "Adentro".

Cuando lo escuché en la radio estaba saliendo del Súper y me quedé inmóvil frente al semáforo (ya en verde) pensando que era una combinación perfecta. Maldije no haber estado allí. La red completó las crónicas y se que hubo algo en la tele, pero no alcancé a verlo. Leer que el recital había sido uno de los más emotivos de Arjona, hizo que lamentara aún más no haberlo sabido antes. Tal vez me hubiera dado el tiempo para insistir a algún medio de comunicación que poca gente en Baires debe conocer cada sitio como lo hice yo, o amar cada adoquín de las calles sin saber bien por qué.

En Imposible que el recital no fuera conmovedor... Por las noches el convento está iluminado por millares de velas que los mismos monjes hacen para sostener sus gastos, lo que transforma cada corredor en un espacio misterioso y seductor.

Como lo habrá sido la voz de Arjona penetrando cada piedra, cada espacio, internándose en los recovecos perennes de la antigua cartuja, disolviendo prodigiosamente arcanos dolores ocultos.

Arjona es para mí uno de los juglares mas auténticos de este tiempo que nos toca transitar, uno de aquellos trovadores capaces de transformar sus historias personales y la de los otros, en sentimientos y emociones compartidas, sin tragedias estériles, con mucho ingenio y simpatía.

Al abrir su mundo interior evoca en actitud elegíaca lo poco que queda de nosotros cuando nos enamoramos, empeñándose en negar la pérdida de lo perdido, exaltando el valor de la búsqueda por encima de lo que se posee, recordándonos que olvidar es más difícil que fumarse un habano en American Airlines, y es creer que la memoria es un cassette para borrar...

Yo acuerdo con él. Difícil olvidar entonces, que aquella noche, yo no estaba en Antigua.

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