Bello Abril

Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar... Abril, otra vez, para que no tengamos soledad. Y las violetas que coronan tu tristeza y las guirnaldas de tu inmensa soledad sos tan hermosa que jamás vas a dejar de brillar así aquí o allá... Sos parecida a los planetas que se mueven por ahí que no podés parar ya nunca de girar... Para que no tengamos soledad... para que no tengamos nunca más soledad... Fito Paez.

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Nombre: Abril Lech
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

domingo, diciembre 18, 2005

Alejandro Lerner

Quienes me conocen saben que “Cambio Sorpresivo de Planes” es mi especialidad, y también mi orgullo. Yo creo que tiene que ver con que tengo por costumbre seguir mis impulsos así como que suelo ver en este tipo de situaciones imprevistas “señales” que intento descifrar lo mejor posible. Algunos denominan a esto “intuiciones” si esos impulsos terminan involucrando cuestiones espirituales o del alma. (¿O todo lo que hacemos involucra al alma?)
En este caso, una vez más, no me equivoqué.
Salía el sábado por la noche del Carrefour de Vicente López, de comprar mi cena favorita, que pensaba degustar solita mi bien en el balcón de mi casa (la noche era impresionante). Mientras guardaba las bolsas en el auto empiezo a escuchar una voz inconfundible para mí y luego algunos acordes conocidos.
El recital de Calamaro, al que lamenté no ir cuando horas antes pasé frente a Obras, no era con seguridad por la distancia. Es que lo que yo les cuento se escuchaba con demasiada claridad. Además hubiera jurado que música y voz eran de...
Apuro el trámite. Me convierto en rata. Persigo el sonido como si fuera detrás del flautista de Hamelin. Bordeo la calle que va por el costado izquierdo del súper, hacia el río. Ignoro la oscuridad y la poca gente en las cercanías. Llego por fín al río donde ahora sí veo autos y gente. Tardíos. Ya cerca me detengo donde un agente de tránsito le hacía el verso a una chica (¿la novia?)
-Perdóname – le digo sin perder tiempo- ¿Me parece a mí o de algún lado escucho la voz de Alejandro Lerner? (“Porque en ese caso ¿qué hace esta chica perdiendo el tiempo acá contigo?” Eso no lo dije pero lo pensé...)
- Sí, claro. ¿No sabés? Está tocando allí, detrás de esa lomada, en el Anfiteatro nuevo que se inaugura frente al río.
- ¿Ahora? ¿Dónde? – No se veía nada.
-Allá – dice señalando a lo lejos- dejá el auto por acá que te lo cuida el señor y apúrate que acaba de empezar. Es gratis. (“Y de paso dejame solo con la chica que me vas a arruinar la situación”, pensó él. Pero no lo dijo)
Algo me vio Pedro, excombatiente de Malvinas, porque me permitió estacionar donde ya no había lugar y apremió - “Apurate piba, recién empieza. Llevate abrigo que hay vientito.”
Bendita campera de jean que desde hace un mes me acompaña olvidada en el asiento trasero. Me salvó en una noche increíble donde una cantidad indeterminada (pero numerosísima) de gente sentada en el pasto al aire libre, o en sillas plegables (miles de miles) observó bajo una luna impresionante que se reflejaba en el río, un recital fuera de lo común.
Alejandro Lerner, generoso y feliz, acompañado por toda su banda (Sergio Romano entre ellos, guitarrista virtuosísimo) y dos amigos venidos de Alemania, cantó un extenso y variadísimo repertorio, inglés incluido. Desde la época de “A todo pulmón” hasta la canción de la última película de Disney, Chiken Little...

En el camino: "Desconfío de la vida", "Amarte así" "Costumbres Argentinas", "Campeones de la vida", "Después de ti", "Algo de ti en mi corazón" "Hay algo que te quiero decir", "Historia sin Final"... son algunas...
En algún momento, cuando Ale entonó “No hace falta que soñemos que es mentira que no existe la muerte cuando hay amor... ” recordé que en Ávila Jesús (cielovacio.com) lloraba a Patri, de cuya desaparición se cumplía un año. Miré entonces hacia el cielo y lo vi lleno de estrellas. Pensé que el cielo de Jesús no estaba ciertamente vacío, pero sí lo parecía porque le faltaba la estrella más luminosa, la que él amaba. Deseé con fuerza que pronto pudiera ver el resto de las constelaciones que lo iluminaban sintiendo la fuerza del dolor en compañía. Yo lo sentía en ese preciso momento y lo sentí todo el año. Sólo por eso tantos proyectos y sueños cumplidos habían sido posibles...
Fuegos artificiales y “Pompas & Circunstancias” cerraron el concierto público con el que la comuna celebró los 100 años de su creación. La gente se dispersó feliz, tranquila, alegre, agradecida, bordeando la medianoche.
Como soy también una eterna rescatadora de Historias Humanas, me quedé un rato charlando con Pedro. La guerra de las Malvinas, su vida hoy, mi vida hoy, “de aquí y de allá y de mi abuela también”.
-“Se quedó chocha la señora. Emocionada. Así me gusta. Y que no la vea triste, ¿eh? Míreme a mí, que soy un sobreviviente. Y estoy alegre. Sólo, pero contento. Ayer me fui a Mardel... la quiero ver así la próxima, ¿eh? Con esa sonrisa... Pero mire qué linda se me pone...” –Hablaba animoso, sin parar y con muchísima bondad el tal Pedro. Me fui cuando el lugar se terminaba de vaciar de autos y personas. Afortunada por haber sido celebrada con un show maravilloso. Dichosa al haber cenado “fat free” con miles de personas en una despejada noche cálida de Diciembre.
Son regalos del cielo.

Son impulsos.
Son señales.
Y uno hace muy bien en seguirlas.

Gracias Ale, en nombre de todos los que estuvimos allí.

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