Bello Abril

Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar... Abril, otra vez, para que no tengamos soledad. Y las violetas que coronan tu tristeza y las guirnaldas de tu inmensa soledad sos tan hermosa que jamás vas a dejar de brillar así aquí o allá... Sos parecida a los planetas que se mueven por ahí que no podés parar ya nunca de girar... Para que no tengamos soledad... para que no tengamos nunca más soledad... Fito Paez.

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Nombre: Abril Lech
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

jueves, octubre 13, 2005

12 de Octubre

La marcha me encontró frente al Teatro San Martin, mas precisamente saliendo de "LiberArte". Serían las... seis y media, siete de la tarde tal vez, de este miércoles 12 de Octubre.
Día de... ¿la raza?
La gente detenida los miraba curiosa. Avanzaban coloridos, agitando banderas multicolores, bailando típicas músicas con trajes alegóricos, grandes y niños, hombre y mujeres, distinguiéndose del resto y hasta de quienes junto con ellos se desplazaban solidariamente por Avenida Corrientes hacia el Obelisco. Algunas pancartas recordaban sus interminables luchas por el reconocimiento de sus derechos como comunidades aborígenes por las tierras de sus ancestros.
Cada grupo llevaba algún tipo de identificación de acuerdo a su procedencia. Iban en paz, caminaban seguros, alegres pero firmes frente a la usurpación y el despojo.
Entonces me acordé de un pequeño diálogo que mantuvimos con "Perro negro" (Alkgo Yana K'itael creo que se escribe...) el día que lo conocimos vendiendo collares de semillas en la Plaza de San Telmo, sobre la calle Defensa.

Mi amiga le preguntó de dónde era, y él nos contestó:
- "De la tierra, como tú..." -
Ella lo pensó en silencio y le dijo: -"Yo no vengo de esta tierra, mis ancestros son italianos"
- "Igual vienes de la tierra, de la tierra en la que naciste. Y ellos de la tierra en que nacieron. Las personas somos de la tierra".
Para Perro Negro y para nosotros que venimos un poco de allí y otro poco de allá, mezcla de tierra, polvo y aires buenos de estos y otros lares del otro lado del Atlántico, este texto que recibí hace poquito en mi correo.
"Déjame decirte cómo perdimos la tierra. No era nuestra tierra, como si nos perteneciera. Era la tierra donde cazábamos o donde nuestros ancestros estaban sepultados.
Era la tierra que el Creador nos había dado. Era la tierra donde sucedían nuestras historias sagradas. Había lugares sagrados en ella. Nuestras ceremonias se realizaban aquí.
Conocíamos a los animales. Ellos nos conocían a nosotros. Presenciamos el paso de las estaciones en esta tierra.
Estaba viva, como nuestros abuelos. Éramos parte de ella. La tierra era parte de nosotros. Nosotros ni siquiera sabíamos lo que era ser propietarios de la tierra. Es como decir que eres propietario de tu abuela. Para nosotros, la tierra estaba viva. Mover una piedra significaba cambiarla. Matar a un animal era quitarle algo a ella. Tenía que haber respeto. Nosotros no vimos respeto en esa gente. Ellos cortaban los árboles y dejaban a los animales en donde les disparaban. Hacían ruidos fuertes. Parecían salvajes. Su paso era pesado y hacían mucho ruido. Y luego esa gente nueva comenzó a pedirnos la tierra. Querían darnos dinero por la tierra. Nuestra gente no aceptó eso.
Entonces esa gente dijo que ya no pertenecíamos aquí.

Que había un jefe en Washington, una ciudad muy lejana, y que la tierra era de él, y que él había dicho que esa gente podía vivir aquí y nosotros no. Pensamos que estaban desquiciados. Esas personas cabalgaban por la tierra y colocaban una bandera, y luego decían que todo, desde donde habían empezado hasta donde ponían la bandera, les pertenecía.
Eso es como si alguien disparara una flecha al cielo y dijera que todo el cielo hasta donde llegara la flecha le pertenecía. Nosotros pensamos que esa gente estaba loca. Ellos hablaban de propiedad. Nosotros hablábamos de la tierra.
Tu gente vino de Europa porque querían tener propiedades. Ellos habían trabajado para otras personas que les habían quitado sus propiedades y las cosas que cultivaban. Nunca habían tenido nada porque no tenían propiedades. Eso era lo que más deseaban tener.
Todos ellos pensaban que quien tuviera un pedazo de papel diciendo que era dueño de la tierra podría controlar todo lo que sucediera en ella. La gente vino aquí para conseguir propiedades. Nosotros no sabíamos esto. Ni siquiera sabíamos lo que significaba. Nosotros simplemente le pertenecíamos a la tierra. Ellos querían adueñarse de ella.
Su religión no vino de la tierra. Podían llevarla a todos lados con ustedes. Su religión estaba en una copa y un pedazo de pan que podían llevarse en una caja. Sus sacerdotes podían hacer sagrado cualquier lugar. Y no podían entender que lo que era sagrado para nosotros era el lugar donde estábamos, porque ahí era donde sucedían las cosas sagradas y donde los espíritus nos hablaban.

Tu gente no sabía nada acerca de lo sagrado de la tierra. Ustedes estaban matando a todos los animales. El búfalo había desaparecido. Las aves habían desaparecido. Ustedes no nos permitían cazar. Nos daban mantas y whiskey que enloquecía a nuestra gente. Nos pusieron en pequeños corrales de tierra que eran como pequeñas islas en su gran mar.

Lo peor es que ustedes ni siquiera nos escucharon nunca. Ustedes vinieron a nuestra tierra y nos la quitaron, y ni siquiera nos escucharon cuando les tratamos de explicar. Hicieron promesas y rompieron cada una de ellas. Nos mataron sin quitarnos la vida. Nos mataron al convertir nuestra tierra en pedazos de papel y sacos de harina y mantas, diciéndonos que eso era suficiente. Ustedes nos quitaron los lugares donde los espíritus nos hablaban y nos dieron sacos de harina.
Para nosotros la tierra estaba viva. Ella nos hablaba. Nosotros la llamábamos nuestra madre. Si ella estaba enojada con nosotros, no nos daba alimentos. Si nosotros no compartíamos con los demás, ella nos enviaba inviernos duros o plagas de insectos. Teníamos que hacer cosas buenas por ella y vivir de la manera que ella consideraba apropiada. Ella era la madre de todo lo que habitaba en ella, así que todos eran nuestros hermanos. Los osos, los árboles, las plantas, el búfalo. Todos eran nuestros hermanos y hermanas.

Si no los tratábamos bien, nuestra madre se enojaba. Si los tratábamos con respeto y honor, ella se sentía orgullosa. Para tu gente la tierra no estaba viva. Era algo así como un escenario donde podían construir cosas y hacer que sucedieran cosas. Veían al lodo y los árboles y el agua como cosas importantes, pero no como hermanos y hermanas. Esas cosas existían sólo para ayudar a los humanos a vivir.
Ustedes tomaron la tierra y la convirtieron en propiedades.

Ahora nuestra madre está en silencio.
Pero nosotros aún intentamos escuchar su voz".

Kent Nerbum -
"Ni Lobo ni Perro. Por Senderos Olvidados con un Anciano Indio"

Las fotos fueron tomadas de:
www.crisposada.com.ar/amigos/cris.htm
www.pagina12.com.ar