Silvina Garré en la Trastienda

"Puedo cantar, aunque no escuches
Puedo cantar, mientras salga mi voz
a festejar su enlace, con el aire.
Puedo cantar, aunque te vayas
y este abandono duela en el alma
música siempre está,
nace y muere en mi."

Viernes en Buenos Aires. El mundo se transforma en corridas, tráfico congestionado, la sensación de no llegar a tiempo, el apuro por encontrarle un lugar al auto, y finalmente la sensación de haber llegado al sitio preciso en el instante justo para que todo comience. La trastienda recibiéndo a Silvina Garré por primera vez como figura principal.

Sentada en las primeras mesas junto a mi amiga Carina alcanzo a abrazar -y conocer en cuerpo porque el alma ya había sido manifestada- a Carla y Christian, los blogueros responsables de la página de fans de Silvina. Ojos grandes y Ternura de cabellos rebeldes. Las luces que bajan. El telón que se abre. Todo comienza: "Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia..."

Contundente. "Quien quiera oir que oiga", el tema que Litto Nebia compusiera junto a Mignona para la película de Evita. No me dió tiempo ni a sacar la cámara, me quedé hipnotizada por la versión que hicieron para este nuevo trabajo que presentó bajo el nombre de "Canciones sin Tiempo", un disco del que se siente orgullosa y con toda razón.

Silvina brillaba en el escenario. Estaba linda como siempre. O tal vez más que siempre. Porque envuelta en una serenidad particular nos regaló un show impecable, desde lo personal hasta lo musical. La piel clarísima cubierta por un vestido largo, negro, simple y elegante, que permitía que se destacara esa cabellera larga, larguísima, rubia, bailando al ritmo de su cuerpo. Linda, de pies a cabeza. En Blanco y negro.

Silvina es su propia creación, reiventándose a si misma como un verdadero sinfin de diamantes, viviendo sin tréboles de cuatro hojas -"Y tan mal no me fue", nos dice al fin del recital- y en honor a ese esfuerzo nos lo repite en el bis final. A mi me consta. Hubo una noche, hace lejos, en que en la Casona -la verdadera, la de la calle Honduras- con el dolor a flor de piel se animó a contarnos su lenguaje sagrado al tiempo que transitaba una penosa separación afectiva.

Pero este viernes no es aquel, y hoy Silvina está radiante. "Casi una zamba" le permite bromear cuando se le traba el micrófono, convirtiéndonos en cómplices, como si todo ocurriera en el living de su casa. Algo parecido sucedió en el recital de Rosario, me cuenta un amigo días mas tarde que se fue hasta allí para verla porque este viernes no iba a estar en el pais.

Rosario es su verdadera casa, donde abundaron los amigos, la familia, el pedacito de vida que la completa ("...y es tanta la gente y las cosasque uno siente que amaque no existe tiempo ni distanciapara estar allí.", diría Lalo de los Santos). Tal vez en honor a eso Silvina recurre a Jorge Fandermole para darle su voz a "Canción del Pinar".

"Es mejor esta distancia que no acorta
y este silencio que sostiene...
Nos parecemos, vos y yo,
siempre deseando más y más,
siempre buscando más,
siempre esperando más..."

Es que ni bien acaba se encienden sus "Palmas Azules" con la gratitud como introducción. A nosotros. A sus músicos. Al lugar. A la vida misma que la coloca en este tiempo sin tiempos, donde todos quedamos suspendidos hamacándonos suavemente entre las cuerdas que la escoltan por detrás. Y yo me quedo con el alma en la mano, porque si bien fue siempre mi tema preferido, esta vez reúne en si mismo todo la sintesis que justifica. En el final también yo sudo gratitud.

Christian me agrega al oído -y es verdad- que cuando Silvina habla de aquella "otra mujer que hoy se duerme en tu almohada" se le llenan los ojos de lágrimas y a emoción contenida termina los siguientes versos tomando fuerza en el puente musical. Muchas veces a lo largo del recital Silvina se emociona y comparte, desde el centro mismo del corazón, la música junto al sentimiento.

Carlos Varela se hace presente cuando ella entona "Monedas al aire" (grabada en su CD "El Deseo"). Cuando la escuché por primera vez -en la Casona, obvio- si yo mal no recuerdo la acompañaba Pedro Aznar en la guitarra. Pero ahora es Marcelo Pilotto quien desde los teclados derrama el milagro que baja hasta donde escuchamos todos hipnotizados.

Especialmente Carla, que tiene unos ojos enormes y a quien miro repetidamente porque me maravilla ver cómo la observa en silencio, reverencialmente. Ella junto a Christian sostienen con mucho esfuerzo y cariño una Página Web de Silvina Garré que vale la pena visitar. Y esta noche le ha traído un dibujo hecho con sus manos que le entrega a la salida.

Me pregunto qué ven los ojos de los que dibujan cuando miran. Y vuelvo los míos hacia el escenario donde "las canciones que no mueren se comparten a un costado del dolor". "La Era del Milagro" es ahora quien rescata en sus notas nuestras lágrimas, aquellos besos, antiguos amores, y todos nuestros sueños para transformarlos en esta canción.

Le sigue "Los Besos" (Sil reclama y hace muy bien porque se lo merece un beso que la encienda) para luego darse el gustito de acercarse a la bossa a través de una canción de Elis "E com esse que eu vou". Ya se que siempre pedimos lo que no hay, pero me hubiera gustado también Forca Extranha. Y creo repetirme en el pedido. :-) Quién sabe la próxima vez...

"Sueños Incompletos" la sorprende en un pensamiento perdido que le hace titubear con la letra pero nada cambia. Luego viene "Cuaresma" y todos bailamos desde la silla. Placer de escuchar los arreglos de este tema. Para llegar al Blanco y Negro de Buenos Aires que no deja que nos alejemos de ella sin extrañarla. Asi:

Las cuerdas marcan la apertura de "Otros pájaros", que para mi es el verano de 1993 (ha pasado el tiempo) y por un momento me voy hasta la costa esteña. Pasó mucha arena bebiendo del mar y aquel pájaro no se quedó, pero en cambio otros pájaros iluminaron mi cielo. Porque nadie vuelve al punto de partida cuando brillan horizontes generosos, un juego de amor para toda la eternidad, parece tonto darse vuelta y no poder mirar... es así, ya no quiere cambiar... es así, nadie está como ayer...

"Otra mujer hoy se duerme en tu almohada
y se aprende tu casa de memoria
sonríe, junto a tu guitarra,
y vos seguis buscando más,
siempre esperando más
siempre pidiendo más y más..".

Algo sucede antes de comenzar "Reina sin Pueblo" porque ella y Diego cruzan semi palabras. Pero se entienden, bromean nuevamente y recomienzan. Diego Clemente (guitarra, voz, arreglo de cuerdas, dirección musical, paciencia infinita dibujada en sus ojos) se transforma entonces en viento y lluvia que introduce al tema.

Luego nos alegran la noche con "Vive con vos" donde Silvina detiene el comienzo para aprovechar el coro espontáneo que arma su público. Es cuando todos son Garré y se acomodan al tema -yo no, estoy filmando responsablemente y canto para adentro, para que después no digan-.

Entonces Silvina presenta a sus músicos oficialmente aclarando que "son un lujo" -ciertamente- y nos cuenta un poco de los sueños que comparte con Diego Clemente, elogia su entusiasmo, su pasión, su grandeza y le atribuye la imagen del escenario lleno de cuerdas.

Así uno a uno va presentando al resto de los músicos. Patricio Murphy -bajo, guitarras- que sonríe como un chico el recital entero (lo mismo noté en el Ateneo, disfruta desde que se abre el telón hasta el momento en que cargan los instrumentos en la camioneta para irse), Jonatan Szer en percusión (desde donde yo estaba apenas podía intuirlo detrás de la batería), y a Marcelo Pilotto quien -a pesar de su nombre o justamente por él- no hay forma de lograr que se ponga un saco (luego a la salida la madre nos explica las dos ocasiones en que recuerda que si lo hizo y a regañadientes. Eso va a quedar en el anecdotario.)

Pero esta vez hay más: la emoción flotando entre las cuerdas de los violines y el violoncello que la escoltaban por detrás, a derecha. A las que presenta: Irene Cadario, Pablo, no alcanzo a entender el otro nombre ¡perdón! y el maestro Roberto Segré en Chello. Y sigue agradeciendo a cada uno de los que trabajaron para el show y cierra -sin convicción- con "Reinas de Pueblo Grande"

La primera tanda de Bises comenzó con "Piedra Preciosa", tema al cual le siguieron "Se fuerza la máquina" -nuevamente todos a bailar y cantar- y como cierre final, dedicándosela con ternura a Marta, la mamá del pianista, se deshace entera en "Diablo y Alcohol". Me siento feliz, alcanza a decir a modo de emocionado cierre.

Entonces Silvina abandona el escenario de verdad. Gran saludo final de todos y cierre del telón. Otro show aguarda. Pero nosotros nos quedamos porque todo es poco y ella que lo sabe sale a regalarnos una segunda versión de "Tréboles de cuatro hojas" con el que realmente terminó el espectáculo.

Igual que cuando "Se fuerza la máquina". Música y palabras encadenadas en un diálogo inédito y profundo. El cantante y los músicos forzando la máquina y jugándose la vida. Silvina expresando lo que siente, conectando con la gente, Melodías eternas porque sencillamente como lo expresa la canción Silvina canta trozos de su vida.

"Y más aplausos para mí,
lo que la gente llama éxito,
palmas azules para mi,
lo que yo llamo amor..."

Con tanta sinceridad y sencillez que a la salida nos saluda como si fuéramos viejos conocidos, nos hace comentarios del show, me pregunta "¡Abril! ¿Qué te pareció el disco? Me siento orgullosa de él", dice con una sonrisa ancha. Y yo totalmente avergonzada, la verdad no lo tenía. Carina mi amiga corre entonces a comprármelo en la mesita que hay a un costado y me lo alcanza. (¡Gracias Cari!). Silvina firma, agrega la palabra amor, dibuja solcitos, recibe asombrada la lapicera del Museo de Freud de Londres que le alcanza Cari.

Se queda un rato largo afuera con la gente, bromea con todos con sencillez, saluda, se saca fotos, alguien pasa por la vereda la señala y se escucha "She´s a singer!", ella sigue tan cálida recibiendo sus palmas azules, se abraza cariñosa a Christian (que se lo merece porque es un dulce realmente) y se va feliz a cenar con sus músicos.

Nosotros con el calorcito dentro del alma a pesar del frío de la calle nos saludamos todos prometiendo juntar los recursos para armar un video del show. Carina y yo nos vamos cantando bajito "...todos tenemos un infierno en la cabeza, que no se lleva bien con este corazón..." mientras seguimos escuchando en el mini disk pedacitos del concierto para que no se nos acabe así, de golpe.

¡POR TANTA TERNURA, GRACIAS SIL!

* La foto de Sil saludando con todos los músicos la saqué de la página de Carla y Christian. Gracias!