Ingrid en libertad

Profundamente conmocionada por el rescate de Ingrid Betancourt, en este día Latinoamérica entera ha sentido renacer la esperanza de un continente en paz donde los ciudadanos podamos encontrar en el respeto por la libertad y los derechos personales el punto de convergencia que nos una por encima de todo lo demás.

Admiro la fuerza de esta mujer que aún en el reencuentro postergado por años con sus hijos tuvo la lucidez para pedir por aquellos que continúan cautivos y para plantear un mensaje político claro donde llamó a todos a defender la libertad de quienes la han perdido, de manera pacífica pero sin pausa. Haciendo marchas, presionando políticamente a los gobiernos, sugirió mientras citaba el caso de Birmania.

Me enternecen estos niños y esta madre a los que les han quitado seis años de su vida. Me maravilla escuchar la madurez con la que hablan sus hijos. Me da orgullo ver a ese padre detrás de ellos pendiente de cada gesto, abrazando con ternura a la mamá de sus hijos, emocionado junto al marido de Ingrid. Su madre, su hermana, sus seres amados, renaciendo junto a ella en cada abrazo. Y pienso que no hay derecho para disponer arbitrariamente sobre la vida de los otros, ni razón que lo sostenga.

"Mis hijos son mi luz, mis estrellas (....) por ellos he seguido todo este tiempo", dijo Ingrid al pie del avión. Ciertamente. Se exactamente lo que es eso. El amor por los hijos es una fuerza superior a todo lo conocido que nos convierte en Súper héroes, si es necesario. No a todos. También lo tengo claro.

Dios quiera que toda nuestra América Latina, tan castigada y tan bendita al mismo tiempo, encuentre el camino de la pacificación, la solidaridad, y el respeto, junto al mejoramiento de la calidad de vida y de oportunidades para todos sus habitantes en el marco del orden constitucional y democrático.

Ingrid ha regresado a la vida. Dios sea bendito. Que falte muy poco para que regresen los demás.