Fito Paez es Rodolfo

Yo, que allá por los 90 escuché a Fito Páez presentando "Tercer Mundo" trepada a una butaca del Gran Rex, agarrándome con una mano del hombro de un amigo que me acompañó, (Julio Clavijo, ¡qué será de tu vida!), embarazada a más no poder de mi primer hijo, sosteniendo con la otra una panza que estallaba, sin dejar de saltar.

Que cada año bailé en algún recital de Fito porque era una fija para nosotros. Que recuerdo recitales enteros de pié, sin dejar de moverme y a los gritos, incluido Vélez en el 93 cuando presentaba El amor después del amor.

Que tuve que llevar a ese hijo de mi panza cuando fue creciendo a un recital en el 95, creo que en el Opera, porque lo pidió para su cumple como regalo. Y a partir de allí siempre, cada año... Que todavía recuerdo como en 2003 con Charly como invitado nos desangramos nuevamente en el Gran Rex... No podía creer lo que estaba sucediendo este domingo 7 de Octubre.

Correctamente sentada, esta vez en el Opera, con aquel mismo hijo. Que ahora, ya fuera de mi panza, me saca una cabeza de altura. Junto al otro gigante que le sigue. Los tres inmersos con el resto del público en el silencio más respetuoso que vi jamás en un recital de Fito Páez, recibiendo fascinados a la parte desconocida de "Rodolfo", con "Waltz for Marguie" o este "Nocturno en Sol+".

Fito es grande porque puede lograr las dos cosas. El piano presidiendo el escenario. Su voz completando el resto de los espacios. Sobrado. Tenue la luz focal que apenas alumbra las teclas. Emoción conmovedora del comienzo dedicado a su niña en "Waltz for Marguie", un tema puramente instrumental. A sus niños, porque ambos estaban presentes con sus madres en las primeras filas.

Desde allí partió Rodolfo, presentándose en blanco y negro, sin la furia aquella de cuando parió "Ciudad de Pobres Corazones" pero con la misma fuerza poderosa de este tema que regaló más tarde en guitarra eléctrica. Con la sabiduría de "Si es amor", aún si llega "cuando ya no nos sirve para nada". Infinito en su dulzura cuando "Cae la noche en Okinawa". Sin perder la mirada comprometida en "Sofi fue una nena de papá" o "el verdadero amar".

Con Liliana Herrero compartió el escenario en "Dale alegría a mi corazón". Mujer de una ternura particular. Es ella, es su voz, es lo que hizo por Fito, es lo que hace por muchos y es que cada vez que la veo me recuerda mucho en todo a mi madrina de confirmación, Luz, tan grandes en su pequeñez.

Tuve la suerte de cruzarla justo cuando bajaba al baño y abrazarla con fuerza para decirle lo mucho que sentía por ella, la he visto varias veces tocando con Esteban Morgado y la última vez en la Trastienda, creo que en el recital de Baglietto. Derrama sencillez y humildad para con todos los que se acercan a saludarla, en contraste inmenso con su presencia sobre el escenario.

Siguieron los temas de su último disco que son bellísimos, habló del nacimiento de los hijos que todo lo... prrrrrrr (ruido de explosión), manos que imitan una bomba revolucionario y sonido gutural que acompaña. Y "El cuarto de al lado" pasando en letras sobre una pantalla gigante por detrás de él. "Por suerte nunca me tomé nada más en serio, por suerte ya está todo escrito en el viento... yo creo en el amor a través de los años..." Yo también Fito.

En algún momento nos invitó a corear, estábamos todos tan respetuosamente ensimismados -y sorprendidos- que en realidad no sabíamos bien cómo comportarnos con este nuevo estilo. Él pensó otra cosa: -"Cómo se nota que es domingo, ayer salieron, mucha joda, vamos!". Fue el permiso que necesitamos para recordarnos que seguíamos estando en un recital Páez.

Vandera y Aloras lo acompañaron en voces, el primero también en guitarra, haciendo "La Rueda Mágica" y "Normal 1". Me parece que a Fito le gustó más que a nosotros. Es que nos estábamos acostumbrando al piano en solitario, a su voz como único soporte... convengamos que pocas voces quedan bien en otras voces que no sean la de él. No fue el caso de Normal 1 donde uno podía imaginarlos como tres chicos recordando el secundario.

-"Esta canción es la primera vez que la canto en un recital, no se por qué ya que es una de las que más me gustan..."Detrás del muro de los lamentos".


De los "viejitos" nos regaló "Delirium Tremens", "Dos días en la vida", "11 y 6", "Polaroid" y alguno que se me escapa. Estuvo especialmente reflexivo -aún cantando- cuando se describió despojada y sencillamente en los acordes y la letra de "Al lado del camino"


Talento puro. Arte sudando en sencillo. Fue transitando el resto de "Rodolfo", partecitas de su vida y sus afectos. Su imaginación visual y cinematográfica también, no lo dudo. En el primer bis tocó "Zamba del cielo", un resumen bellísimo de lo vivido, amado y sufrido hasta hoy.

Que le dedico al amor que me acompaña hoy, al agregar parte de su letra, mi barredor de tristezas, que se apareció con tres mágicas entradas cuando yo ya ni pensaba ser parte de este impresionante Fito recital. Que dice...

La vida es una hoguera
Que quema toda ilusión
La vida también regala
gente divina de corazón
La vida también regala
gente divina de corazón
La vida me ha dado mucho
Pero también me quitó
La vida es este río
de maravillas y de dolor
La vida es este río
de maravillas y de dolor

Las cosas siempre suceden
Las más hermosas son sin querer
Qué suerte que hoy la alegría
tiene tu nombre y tu piel
Qué suerte que hoy la alegría
tiene tu nombre y tu piel

Y alumbrados por estrellas
Bajo un cielo protector
Dormiremos abrazados
Por la luz que da el amor
Al calor que da el amor

La vida es una hoguera
Que quema toda ilusión
Se enciende la melodía,
El fuego eterno entre los dos

Esta es la zamba del cielo
que es un regalo del corazón.

El otro bis le correspondíó al agradecimiento de los que abrieron camino. Interpretó "Gracias" dedicada "...a tres de las mentes y tres de los espíritus más hermosos que ha dado Argentina: Luis Alberto Spinetta, Charly García y Lito Nebbia".

-"Los años pasaron y se nota" -dijo a manera de introducción mientras tomaba un poco de agua- "En muchas cosas se nota. ¡Y no sabés como! Pero... algunas cosas nos tocan a todos, no todas son tan personales y tan íntimas. Yo por lo menos ya me di cuenta que formo parte de una tradición, quiera o no, centenaria, creada en versión argentina... Y me tocaron tres fuerzas fundamentales, de dimensión argentina. Y la única manera que encontré de agradecérselos es con una canción.



Cambiando la tendencia del día viernes que terminó el recital con "La Buena estrella", y no volvió a salir, el domingo (y cuentan que el sábado también) respetó lo usual, cerrar con "A rodar mi vida" (gracias MXBSAS por avisarme que tenías los videos). Lo hizo con todos sus invitados en el escenario: Coki Debernardi (guitarra y voz); Pilo responsable de la armónica, Liliana Herrero, Vandera y Gonzalo Aloras. Y nosotros en coros y agitación de remeras, camperas y alegría general.



Muchos se habían ido cuando Fito sale y nos dice algo así como "-Paren, ¿a dónde se van?". Corrimos al escenario y allí, a sus pies, alucinamos cuando con su guitarra comenzó "Naturaleza Sangre".

Pero ahora si, todos agolpados allá adelante, y arriba en la segunda bandeja, y en el tercer piso. Saltando. Bailando, coreando los temas a los gritos. Porque una tradición es una tradición che!.

Nuevamente trepada a una butaca, haciendo equilibrio, apoyándome en el hombro. De mi hijo Andy. En éxtasis, porque largó la eléctrica y se fue al piano recorriendo un potpurri de temas, de lo que yo recuerdo y gracias al video de Nayattas, "cable a tierra", "tema de Piluso", "Del 63", "Mariposa Technicolor", "Dar es dar", "Tus regalos deberían de llegar"... Cierre perfecto. Cierre Fito.

Llevo una locura caprichosa,
Caprichosas las canciones,
me abren su gran corazón...
Son las reglas del destino.
Son las reglas del amor.