Decir NO
Una vez mi madre me dijo algo así como: "Temía que te lo pidieran a vos, porque todos saben que siempre dices que sí". Quedé sorprendida y al mismo tiempo desnuda en algo que no había notado antes, de manera que empecé a prestar mayor atención a los pedidos que me formulaban los otros.
Descubrí que es todo un proceso aprender a establecer límites saludables y decir no a las demandas externas para así poder priorizar nuestras propias necesidades y deseos, como la mejor manera de decir sí a una vida más auténtica y satisfactoria.
En verdad, decir no puede ser difícil por varias razones psicológicas y sociales, y tal vez la más paralizante para muchos sea el temor a que la negativa se malinterprete o que cause conflictos con los demás. Temer el rechazo o el juicio de los demás puede llevarnos a evitar decir no y preferir decir sí de manera indiscriminada.
En mi experiencia, mi limitación estuvo autoimpuesta por el deseo de agradar, de ser percibida como amable, servicial o complaciente, y decir no puede parecer contrario a esta imagen que deseamos proyectar. Desde niña me preocupó decepcionar o disgustar a los demás (por supuesto que en esa entonces "los demás" eran mis padres y maestros) si rechazaba una solicitud de cualquier naturaleza.
Sé que para otros, decir no puede provocar sentimientos de culpa, especialmente si creen que están defraudando las expectativas de los demás o si se sienten responsables de satisfacer las necesidades de estos. En algunas ocasiones, algunas personas pueden tener dificultades para establecer límites personales y defender sus propias necesidades. Pueden temer que decir no los haga parecer egoístas o poco dignos de amor y atención.
Sin embargo, vale la pena intentarlo. Aprender a decir no de manera amable y asertiva es fundamental para establecer límites saludables y priorizar nuestro bienestar.
Cuando podemos comunicar nuestras negativas de manera clara y respetuosa, sin añadir drama innecesario o exagerar la situación, fomentamos relaciones más saludables y auténticas. Esto nos permite mantener el equilibrio entre satisfacer nuestras propias necesidades y ser considerados con los demás.
La comunicación asertiva nos ayuda a expresar nuestros límites de manera firme pero respetuosa, lo que a su vez fortalece nuestra autoestima y nos empodera para tomar el control de nuestras vidas. Y curiosamente, en el proceso aprendemos y descubrimos un mayor respeto por parte de los otros al poner un límite coherente y responsable a sus pedidos continuos.
Este descubrimiento transformó mi perspectiva y me llevó a prestar una atención más consciente a las solicitudes que me llegaban. Al hacerlo, comprendí que aprender a establecer límites saludables y decir no a las demandas externas es una habilidad vital para honrar nuestras necesidades y deseos más auténticos. Al decir no con amabilidad y firmeza, nos abrimos a una vida más auténtica y satisfactoria. Aunque el proceso puede ser desafiante, los beneficios valen la pena. Descubrimos un mayor respeto tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás, construyendo relaciones más equilibradas y auténticas en el camino.
Etiquetas: autenticidad, autoestima, comunicación, prioridades, reflexión
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