Desaparición física de Raúl Alfonsin

Cuando ingresé a la Facultad de Derecho uno de los papeles que tuve que presentar firmado como requisito ineludible de aceptación, fue mi compromiso formal a la no participación política dentro de los claustros universitarios. Yo no pertenecía ni estaba afiliada a ningún partido -tal como me sucede hoy en día- y me daba lo mismo el famoso papelucho que a otros indignaba.

Con Raúl Alfonsín aprendí, apenas unos meses mas tarde, que participar o estar al margen del desenvolvimiento político de un país no puede sernos indiferente si queremos que éste crezca, se desarrolle y evolucione. Y que hay derechos que no se entregan graciosamente.

Raúl Ricardo Alfonsin nos devolvió a los jóvenes de aquella época, que veíamos con horror nuestro pasado turbulento y deseábamos un orden sin violencia, las ganas de involucrarnos apostando a otra Argentina posible, donde la participación ciudadana activa -en paz- aceptando las diferencias de opinión, podía ser una realidad.

Yo nunca fui radical. Mas bien vengo de una familia donde mi abuelo paterno era amigo personal del General Perón, y por ende mi padre es peronista, calidad que ha transmitido en forma directa a mis hijos que, a falta de padre presente, lo tienen de referencia.

Pero ayer cuando supe la noticia me invadió una inmensa sensación de tristeza. No por Alfonsín, que desde luego estará mejor donde sea que vaya a partir de hoy, que aquí observando espantado las iniquidades de los políticos de turno más preocupados por sí mismos que por la Nación y su crecimiento. Sino por todos los jóvenes que en ese momento -independientemente de la afiliación política- teníamos una esperanza y volvíamos a creer en las instituciones democráticas.

Enseguida le pedí a mi hijo mayor - que anhela ser Presidente algún día- que llamara a su papá, que como todos saben no vive en el país. -"¿Para qué?" -me preguntó- "¡Ya se va a enterar por los diarios!". Desde luego que no era para contarle una noticia que tuvo inmediata repercusión internacional, sino para que ambos tuvieran la posibilidad de compartir este momento...

Es que cuando yo lo conocí al papá de Tomás, él solía venir de las manifestaciones donde Alfonsin se presentaba como candidato, con su boina blanca y sus ilusiones exultantes. Y hablaba hasta cualquier hora en forma contagiosa de sus ideales sociales, culturales y políticos. Como estudiante de Letras llegó a participar de lo que en aquel momento era la Fundación Plural, que si yo no recuerdo mal tenía por objetivo difundir escritos de participación ciudadana.

Y si bien hoy en día nada de eso parece haberle quedado en el recuerdo personal hay cosas que no cambian. Y uno no puede, frente a la desaparición física de Raúl Alfonsin, sustraer la mirada que naturalmente vuelve hacia atrás y rescata a aquellos jóvenes que creían con honestidad que "con la democracia se come, se educa, se cura". Y trabajaban con integridad en un proyecto ciudadano distinto.

Esta mañana llevé a mis hijos frente al televisor e intenté explicar conceptos como "ideales", "libertad", "honestidad", "compromiso social y político", "respeto por las instituciones", "desinterés", en fin, conceptos que nos comprometen con el pais que habitamos... esas cosas de las que volvimos a hablar y con las que nos atrevimos a soñar nuevamente en 1983.

El papá de Tomás, aún inmerso en su carrera económica personal, tuvo su momento de conmoción, como yo le expresé a mis hijos anoche. Prueba de ello es el mensaje que anónimamente dejó en el post de "Brazos abiertos". Y me consta que es él porque yo todavía tengo muy presente "al muchacho de boina blanca" que creía y trabajaba por una Argentina distinta.

Lástima que el ego todo lo corrompe.

***Apostillas: Elegí esta foto en particular de Raúl Alfonsín porque si observan a sus espaldas entre los libros que apoyan su imagen, están algunos tomos de La Ley, una de las publicaciones de fallos jurisprudenciales que existen en el país, así como se advierten distintos libros de derecho. Es un símbolo. En el respeto a la ley se apoyaba su tarea presidencial. Lo de "las trampas de la ley" vino después para los que le siguieron...