El tormentón
Las cinco de la tarde de un sábado agobiante en Buenos Aires. Unos segundos de duda me obligaron a cuarenta minutos de recorrida impensada bajo una lluvia torrencial. Ya entraba a un estacionamiento a la vuelta del Tortoni, donde nos encontraríamos un grupo de bloggeros, cuando el precio del mismo hizo que diera marcha atrás y siguiera buscando un sitio por Rivadavia.
En segundos comenzó una lluvia furiosa que inundó toda la ciudad de una manera que jamás vi antes. El agua salía hacia afuera por las alcantarillas, caía desde arriba, azotaba de derecha a izquierda y viceversa, la gente corría sin ton ni son completamente empapada y se inundaron avenidas como la 9 de Julio, Belgrano, Avenida de Mayo, etc.
Los autos mojados iban quedando inertes en medio de las arterias principales de la ciudad y la confusión reinaba. Cuando finalmente entré al Tortoni completamente empapada agradecí haber encontrado un par de zapatillas viejas en el auto mientras el de seguridad me miraba desdeñoso al tiempo que preguntaba: -¿Qué busca?.
Yo lo miré sorprendida y con la mayor cara de ingenuidad le pregunté: -¿No era aquí la pista de patinaje sobre hielo? -Y sin darle tiempo a contestar fui derecho a disfrutar un merecido café caliente que compensara el esfuerzo.
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