Bello Abril

Nos pasan tantas cosas en la vida, que si aparece el sol hay que dejarlo pasar... Abril, otra vez, para que no tengamos soledad. Y las violetas que coronan tu tristeza y las guirnaldas de tu inmensa soledad sos tan hermosa que jamás vas a dejar de brillar así aquí o allá... Sos parecida a los planetas que se mueven por ahí que no podés parar ya nunca de girar... Para que no tengamos soledad... para que no tengamos nunca más soledad... Fito Paez.

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Nombre: Abril Lech
Ubicación: Buenos Aires, Argentina

domingo, mayo 05, 2024

Tengo más almas que una



Viven en nosotros innúmeros;
Si pienso o siento, ignoro
Quien es que piensa o siente.
Soy tan sólo el lugar
Donde se sienta o piensa.

Tengo más almas que una.
Hay más yos que yo mismo.
No obstante, existo.
Indiferente a todos.
Los hago callar: yo hablo.

Los impulsos cruzados
De cuanto siento o no siento
Disputan en quien soy.
Los ignoro. Nada dictan
A quien me sé: yo escribo.

Ricardo Reis - Fernando Pessoa

Fernando Pessoa concibió una vasta multitud de individuos, una diversidad de existencias únicas y alternativas en las que se multiplicaba hasta alcanzar su propia disolución. Entre estas criaturas imaginarias, destacan tres poetas, conocidos como sus célebres heterónomos. A cada uno de ellos, Pessoa no solo les otorgó un nombre propio, sino también una biografía y, sobre todo, una poética distintiva.

Alberto Caeiro es retratado como "el poeta materialista", quien mediante versos directos rechaza los laberintos del pensamiento y promueve el disfrute sensorial. Ricardo Reis, en cambio, se presenta como el refinado constructor de arquitecturas parnasianas. Alvaro de Campos, por su parte, es descrito como el vanguardista desesperado que cuestiona, con furia y escepticismo, el vacío de su propia existencia y, por ende, la del hombre contemporáneo.

Estos heterónomos no son meros seudónimos, sino más bien entidades literarias precisas, en un doble sentido: son invenciones de Pessoa y, al mismo tiempo, escritores que conciben y practican estéticas altamente personales. Pessoa fue, probablemente como cada uno de nosotros, un incomparable inventor de sí mismo. Y, como pocos, se erige como una voz indispensable en la poesía del siglo XX. Nacido en Lisboa en 1888, Pessoa falleció en la misma ciudad a causa de un cólera hepático en 1936.






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