Milagro de Abril
que ha vuelto a mí, permitiéndose jugar
¡Corre, Salta, Despega!
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Tal vez quedó extraviada en alguno de los pasillos de Tribunales, hace tiempo, cuando estos eran un lugar común... O huyó espantada al encontrar aquella primera de las cartas con unicornios ajenos. Quién sabe se escondió cuando sintió que yo no le daba espacio y siempre estaba ocupada. O pensó que debía retirarse cuando aparecieron mis niños... No lo sé.
Cada año mi Niña Mágica estaba más lejos mío. Aparecía a veces disfrazada de vergüenza, y se esfumaba apenas quería tocarla. Yo compraba muñecas para tentarla y creo haberla visto jugar en la oscuridad de la noche con ellas, mientras todos dormían en la casa. Alguna de aquellas insomnes noches.
Pero ella volvió en este Abril y me tocó con sus Alas Mágicas. Desde Marzo presentía su cercanía. Pero no llegó hasta Abril. La trajo Lluvia. Y fue Lluvia de Abril. La abandonó el miedo, liberándola de años de ausencia. Con la lluvia. Fue un Abril con Lluvia. Y decidió instalarse finalmente cuando me vió tan pequeñita y vulnerable como ella.
Mi niña no es tímida, ni serena, mas bien es, como dice Héctor, un pequeño Huracán. Pero sí es extremadamente sensible. Y lo que es peor: no se percibe, sabe ocultar cuando algo la daña. Y llora a solas por días.
Mi niña es creativa, inventa de la nada una solución y a la solución le coloca unas flores, algún trapito de color, le pone música y ya! Luego me convierte en la princesita del cuento. Me alcanza un sapo viejo y pelado implorándome que hagamos como que es un Príncipe Azul Profundo. Yo me olvido que es un juego y beso enamorada al sapo que no solo no se vuelve príncipe sino que es mas feo y oloroso de lo que parece.
Mi niña es pequeñita pero tiene dos cosas muy grandes: la sonrisa y el corazón. Sonríe con toda su boca y regala su corazón con demasiada prisa. Luego duele y no sabe bien por qué... Criatura frágil que apenas aprende a protegerse bien.
Mi niña tiene miedos, como cualquiera que ande por la vida. Sólo que no los oculta. Son pocos, pero fuertes. No los voy a contar porque le asusta de sólo nombrarlos. Y yo la entiendo porque a mi me pasa con algunos amores. No hay que corporizarlos y las palabras tienen forma ocupando un espacio.
Mi niña tiene sueños y deseos. Muchos. Algunos imposibles, otros probables y traviesos. Hace larga listas que deja esparcidas por toda la casa. Dibuja sus sueños y los pone en cartelera. Yo la dejo porque aprendí de ella que es una buena estrategia para que se cumplan.
Mi niña se queja de lo poco que duermo, y definitivamente tiene toda la razón. Pero le gusta cuando lo hago por quedarme contándole cuentos o escuchando los que ella tiene para contarme.
A mi niña le apasiona jugar con mis hijos. A la lucha fingida, que es casi una coreografía donde lanza patadas al aire y ellos caen como golpeados por un golpe de Taikwondo certero. Ale hizo lo mismo el otro día, para satisfacción de mi niña que se asombró de ver su rápida reacción. Con Marcos juega a no contar cuentos. Es un juego que Marcos inventó desde chico. Ella intenta contar una historia y él la interrumpe a cada rato para cambiarle personajes y situaciones. Entonces para no pelear acuerdan llenar "Carritos de..." "¡Animales! Zorros, Leones, Jirafas, Lobos, Unicornios," "¡Perdiste Ma! ¡Los unicornios no existen!" "¡Si existen!" Y así... (A Marcos no le gusta mucho jugar a los juegos de las niñas... y vive protestando por todo, especialmente si pierde...)
Mi niña se lleva muy bien con los niños que piden en los semáforos pero se pone loca cuando insisten en que les de un juguete que le pertenece a ella. Entonces me susurra egoísta: “¡¡¡Dales plata, comida, ropa o lo que quieras, pero mis juguetes no!!!!” Y se aferra a la muñeca que siempre me acompaña mientras manejo. Y controla que no entregue la Lady Bug que me regaló Maricel y que viaja colgada del espejo retrovisor.
Mi niña es quejosa y ahora que pongo lo del auto me acuerdo que cada vez que ella se baja del auto de Lidia protesta porque nosotras no tenemos todo lleno de juguetes como mi amiga Chamana... Y no hay razones que entienda. Es que mi niña es caprichosa como todas las niñas... Pero a decir verdad pocas veces le hago los caprichos.
Por eso cuando algún amigo mío se los hace ella queda enamorada de él como una loca... Y hay que salir a explicarle que no es así la cosa...
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