Termómetros de mercurio

Para muchos de nosotros, el recuerdo de infancia cuando nos enfermábamos, era el del termómetro debajo de la axila y quedarnos quietitos para que el mercurio marcara la temperatura corporal.

Si teníamos fiebre, el mercurio se expandía y ascendía por un pequeño tubo capilar marcando la temperatura en una escala lateral, y eso significaba, entre otras cosas, faltar a la escuela. 

En el año 2009, la Unión Europea prohibió la fabricación y comercialización de aquellos termómetros de mercurio. A pesar de esta medida, todavía hay un gran número de estos dispositivos en nuestros hogares. En mi casa, por ejemplo, es el más confiable de todos.

Lamentablemente, los termómetros de mercurio no son reciclables debido a la peligrosidad de este metal, que es líquido y altamente volátil, lo que dificulta su manejo seguro y eliminación adecuada. 

En Argentina, desde el 1 de enero de 2020, se prohibió la fabricación, importación y exportación de una amplia gama de productos que contienen mercurio, en cumplimiento del Convenio de Minamata. Esta medida, adoptada por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable y publicada en el Boletín Oficial (Resolución 75/2019), incluye pilas, baterías, interruptores, lámparas fluorescentes, cosméticos, plaguicidas y otros productos que contienen mercurio. Aunque existen excepciones, la resolución busca la eliminación gradual de estos productos en Argentina. 

La eliminación de los termómetros de mercurio es parte de los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud por proteger a la población humana reduciendo la exposición a este metal tóxico, uno de los diez productos químicos más preocupantes para la salud pública. Tanto la OMS como sus socios del sector están comprometidos en eliminar el mercurio de cosméticos y antisépticos. 

Esta campaña ha estado en marcha por muchos años y se enfoca en la protección de la salud, especialmente durante el desarrollo fetal y la infancia temprana, ya que la inhalación de vapores de mercurio puede causar daños en los pulmones, riñones y afectar el sistema nervioso, digestivo e inmunológico. 

Además, el mercurio es corrosivo para la piel, los ojos y el tracto gastrointestinal, y puede ser tóxico para los riñones si se ingiere. 

En cuanto a la confiabilidad, la introducción de los primeros termómetros digitales suscitó un debate sobre la fiabilidad comparativa de ambos tipos de dispositivos de medición. 

Aunque los termómetros de mercurio eran considerados tradicionalmente los más precisos, la resistencia al cambio en la población se ha visto reflejada en estudios médicos contradictorios sobre la medición precisa de la temperatura corporal.

La realidad es que en casa seguimos considerando más confiable lo que nos dice el termómetro de mercurio, mucho más que lo que indican los otros dos digitales que también utilizamos para comparar.