Golondrinas Viajeras

Están aquí desde que volví de Chile, llegaron esa semana que no estuve. A fines de Octubre nacieron sus pichones. Los escuchamos piar a través del extractor de aire, que es donde ellas hacen su nido cada año.
Cuando nos acercamos a la ventana de la cocina sienten la amenaza de la cercanía con el nido. Entonces se arrojan hacia nosotros desafiantes, dispuestas a defender a sus pichones de cualquier peligro.
Si tardamos en abandonar el lugar o nos quedamos desayunando llaman a otras compañeras. El espectáculo es precioso, parecen danzar frente a nuestros ojos.
Es cuando les hablo para que vuelvan a acostumbrarse al sonido de mi voz. Es cuando el más chico las saluda convencido que se acercan a la ventana a desearnos buen día mientras hacemos el café. Es cuando la cocina se transforma en una fiesta.
No han faltado a la cita en ninguno de estos años. Mis golondrinas hacen de estos meses una época realmente especial. Somos felices de tenerlas nuevamente en casa.

Paradójico. A pesar de ser aves migratorias, al repetir puntualmente su visita cada año, para nosotros significan permanencia en un mundo donde todo pasa.