De mi nube

Si me dijeran: pide un deseo
preferiría un rabo de nube
un torbellino en el suelo
y una gran ira que sube
un barredor de tristezas
un aguacero en venganza
que cuando escampe
parezca nuestra esperanza
un barredor de tristeza
un aguacero en venganza
que cuando escampe parezca
nuestra esperanza.

Silvio Rodríguez
«Rabo de nube», 1979.

Yo no llegué a formular siquiera un deseo que él simplemente apareció. Mágico como encontrarse un rabo de nube resultó ser mucho más que un barredor de tristezas.

Sus manos cargadas de regalos para el alma. Se disculpó ni bien entró en mi vida, por no ser tanto, por no ser más, por lo que creía él que no tenía, por lo que aseguraba le sobraba.

No fue así. Él era mejor que lo que yo misma hubiera soñado. Apareció con las manos llenas. Tanto que vaciarlas fue preciso. El abrazo interminable aquel día nos enseñó que, siendo, eramos mucho más que la esperanza. Solo que necesitábamos seguir aprendiendo.

Es que, hay seres que al encontrarse potencian lo mejor que tienen. Lo que traen de antes. Lo que aparece de golpe. Aquello que en movimiento les seguirá dando forma, ese pedacito de sabiduría que los anima a seguir buscando dentro suyo.

Será por eso que nos veníamos esperando...

" Las nubes son de lo más curiosas. El problema de las nubes es de donde vienen y hacia donde van, que han visto y cuantas cosas se las pasan saboreando. Porque esas aguas que han subido y bajado tantas veces, deben ser las mismas de toda la vida. La nube que se descarga sobre el río de mi pueblo seguro se lleno en el Amazonas, y las góticas que el sol me chupa del ombligo van a llover sobre una pirámide de Egipto. Yo creo que las nubes enseñan tantas formas porque les gusta contar las extrañezas que conocen, pero por más que uno las mire nunca llegan a saber tanto como ellas, tan solo se lo puede imaginar." (Extracto de «EL MUNDO REAL» POR SILVIO RODRÍGUEZ)