Paseo La Plaza
Hoy ha llovido en Baires, augurio suficiente que espantó de sitios abiertos a quienes huyen de lo mojado por temores muy secos.
El Paseo La Plaza lucía orgulloso sus adoquines bajo el agua, con la certeza que tienen los sitios concurridos de ser aún mas bellos cuando están desolados.
En el instante mismo en que rompí calma y silencio descubrí que los árboles que habitan el complejo contienen amorosamente cantidad incontable de pájaros cantores. Nadie iba, ni venía. Era yo. Eran ellos. Trinos partiendo en múltiples caras el prisma invisible del espacio que mediaba entre sus cuerpos y el mío.
No como recuerdo.
No como señal.
No como anunciación ni mensaje.
Por el puro placer de cantar (ellos).
Por el puro placer de escuchar (yo).
En ese sagrado momento de mi viernes saqué mi cámara -sin sonido- para que la imagen sea nota musical disfrazada de colores.
El Paseo La Plaza lucía orgulloso sus adoquines bajo el agua, con la certeza que tienen los sitios concurridos de ser aún mas bellos cuando están desolados.
En el instante mismo en que rompí calma y silencio descubrí que los árboles que habitan el complejo contienen amorosamente cantidad incontable de pájaros cantores. Nadie iba, ni venía. Era yo. Eran ellos. Trinos partiendo en múltiples caras el prisma invisible del espacio que mediaba entre sus cuerpos y el mío.
No como recuerdo.
No como señal.
No como anunciación ni mensaje.
Por el puro placer de cantar (ellos).
Por el puro placer de escuchar (yo).
En ese sagrado momento de mi viernes saqué mi cámara -sin sonido- para que la imagen sea nota musical disfrazada de colores.
Etiquetas: Buenos Aires, Paseo La Plaza
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