¡Pobre Diabla!
Piel Naranja.
O Pablo en Nuestra Piel.
La de Rolando Rivas no la vi nunca, recién pude disfrutar de algunos capítulos muchos años más adelante.
Solita en Pobre Diabla la miraba escondida debajo de la cama de mi mamá porque no me dejaban verla porque era chiquita y luego me besaba en el espejo a mi misma intentando emular a los protagonistas, lo cual evidentemente para mi papá era un espanto. Las novelas fueron un tema tabú ya desde pequeña. Migré me fué prohibido, se me mandaba a dormir. Jamás lo consiguieron del todo pero tampoco tenía continuidad.
Me quedó de aquella etapa en la que conocía los principios del amor, un libro de Julia Pilutsky Farni con todas sus poesías que casi aún puedo repetir de memoria. Me quedó musica clásica en el recuerdo sensorial, mucha de la cual aún hoy siento a lo lejos y que él incluía como parte de la degustación total. Me quedaron palabras sueltas de Arnaldo André que se entremezclan hoy con las que pronuncia mi personaje paraguayo en el Paseo La Plaza.
Me quedó aquello del arte entremexclándose para sumar: narrativa, poesía, música, amor. Porque él no entendía el teleteatro como un género menor, como luego se lo llegó a tratar en algunas etapas. Era un convocante natural en aquellos tiempos para toda la famila. Epocas donde los canales que había eran los de aire, y no mil para zappinear constantemente.
Me quedaron también unos cassettes con grabaciones de capítulos totales de Pablo en Nuestra Piel. Uno con el último capítulo de no se cual de todas las novelas, creo que aquella que hacían Solita con Arnaldo que se llamaba, Hombre de Día y no se qué de noche...
Me quedaron muchas cosas en la memora, el recuerdo, el alma y el corazón. Pero hoy especialmente...
¡Me quedó una tristeza con esta partida!
O Pablo en Nuestra Piel.
La de Rolando Rivas no la vi nunca, recién pude disfrutar de algunos capítulos muchos años más adelante.
Solita en Pobre Diabla la miraba escondida debajo de la cama de mi mamá porque no me dejaban verla porque era chiquita y luego me besaba en el espejo a mi misma intentando emular a los protagonistas, lo cual evidentemente para mi papá era un espanto. Las novelas fueron un tema tabú ya desde pequeña. Migré me fué prohibido, se me mandaba a dormir. Jamás lo consiguieron del todo pero tampoco tenía continuidad.
Me quedó de aquella etapa en la que conocía los principios del amor, un libro de Julia Pilutsky Farni con todas sus poesías que casi aún puedo repetir de memoria. Me quedó musica clásica en el recuerdo sensorial, mucha de la cual aún hoy siento a lo lejos y que él incluía como parte de la degustación total. Me quedaron palabras sueltas de Arnaldo André que se entremezclan hoy con las que pronuncia mi personaje paraguayo en el Paseo La Plaza.
Me quedó aquello del arte entremexclándose para sumar: narrativa, poesía, música, amor. Porque él no entendía el teleteatro como un género menor, como luego se lo llegó a tratar en algunas etapas. Era un convocante natural en aquellos tiempos para toda la famila. Epocas donde los canales que había eran los de aire, y no mil para zappinear constantemente.
Me quedaron también unos cassettes con grabaciones de capítulos totales de Pablo en Nuestra Piel. Uno con el último capítulo de no se cual de todas las novelas, creo que aquella que hacían Solita con Arnaldo que se llamaba, Hombre de Día y no se qué de noche...
Me quedaron muchas cosas en la memora, el recuerdo, el alma y el corazón. Pero hoy especialmente...
¡Me quedó una tristeza con esta partida!
Etiquetas: actuar, Alberto Migré
3 Comments:
Great site lots of usefull infomation here.
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Hola Abril, me interésó tu relato, y más la parte donde decís que te quedaron csssettes con cosas grabadas de novelas, sería mucho pedirte que me mandes algo, de ser así te dejo mi correo mayusumaj@hotmail.com mi nombre es vivi desde ya enormísimas gracias
Hola Vivi!!!!
Los cassettes ni ahi. No tengo idea cómo se digitalizan... Si se te ocurre avisame!
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